Autorretrato 01: con la mano izquierda
El dibujo, como era de prever, me ha llevado mucho más tiempo que con mi mano “buena”, la derecha.
Los primeros trazos eran absolutamente impredecibles, algunos parecían un electrocardiograma. A base de insistir y con mucha paciencia, iba consiguiendo que fueran por su sitio, pero a fuerza de dibujar muy despacio y con trazos relativamente cortos, sin fluidez. Ha sido un trabajo de fuerza bruta.
Me he dado cuenta de con esta mano los círculos solo me salen en el sentido horario, al revés me resulta imposible.
También he notado que me ha resultado más sencillo realizar el lado izquierdo del dibujo que el derecho.
Con todo, me ha gustado mucho experimentar con esta mano y realizar el esfuerzo, seguro que lo probaré más veces.
Autorretrato 02: sin mirar el papel
Esto ha sido para partirse de risa, no sé si alguna vez me había reído tanto dibujando. ¡Los primeros intentos han sido absolutamente picassianos!
La primera vez que lo he intentado he dibujado casi todos los rasgos en el mismo sitio. Creo que la propia inseguridad hacía que no moviese prácticamente la mano del sitio.
Poco a poco he conseguido separarlos, pero sin ser capaz de ubicarlos correctamente. He tenido el ojo izquierdo por debajo de la oreja y la nariz en varias ocasiones, y el pelo por debajo de las cejas o desplazado lateralmente.
La mejor solución que he encontrado ha sido no perder el contacto de la mano y el lápiz con el papel e ir dibujando de arriba abajo, comenzando por la curva de la cabeza y las “gaviotas” de las cejas. Ha sido un trabajo de propiocepción muy importante, ¡pero muy divertido!
Intervención creativa
No podía ser de otra manera, me he decidido por el retrato del espejo sin dudarlo. Me pedía sacar al niño más pequeño que llevo dentro, precisamente lo que comentábamos el otro día en el debate.
Me he vuelto a poner el “baby” de la guardería, los pantalones cortos con las rodillas llenas de mercromina y he cogido los pinceles y los rotuladores, dejando de lado cualquier intento de perfección o realismo. Esto último me ha costado bastante por lo meticuloso que suelo ser a la hora de trabajar.
Las manchas de color están hechas con acuarela, sin permitir que se secara entre color y color, precisamente para acentuar esa imperfección. Al final he repasado los trazos con diferentes rotuladores para rescatar el dibujo y darle ese aire de dibujo de primaria.
Conclusión
La actividad me ha encantado y me ha permitido dos cosas: descubrir de lo que soy capaz con mi mano “mala” y revivir al Yuri de “parvulitos”.
Estoy muy intrigado con qué será lo siguiente, ¡quiero más!